El valor de los pendientes más allá del glamour
La búsqueda de belleza y distinción son el principal motivo por el que se compran pendientes aro brillantes y de otras piedras y metales preciosos. Pero este adorno ha desempeñado otras funciones a lo largo de la historia, como la protección contra malos espíritus o el recuerdo de hazañas marineras.
En origen, los pendientes consistían en aretes con colgantes, elaborados con materiales rudimentarios. Fueron los antiguos egipcios los primeros en utilizarlos, no tanto por su valor como por su capacidad para embellecer la imagen personal. Pero todavía no puede hablarse de un verdadero glamour o lujo. Del pueblo de los faraones pasó a otras civilizaciones antiguas, como la fenicia, la asiria o la hebrea.
Los pendientes, que hoy utilizan mayoritariamente las mujeres, eran un adorno típicamente masculino antes de la Edad Media. Su función no era ornamental, sino que actuaba como un indicador del estatus social de su portador. De hecho, tanto el diseño como la elección de los materiales simbolizaba el lugar que ocupaba la persona en una familia. Probablemente, este alarde de la posición jerárquica en la escala social es herencia de los minoicos, que daban este mismo uso a todas las joyas.
Pero los pendientes no siempre fueron sinónimo de belleza y estatus. A partir del siglo XVI, se estableció entre marinos y navegantes la costumbre de ponerse un aro dorado en señal de haber doblado el Cabo de Hornos, uno de los mayores ‘cementerios’ de barcos del mundo. Aunque este símbolo está en franco desuso, todavía puede encontrarse a gente de la mar que adorna su oreja con un aro por esta razón.
En tiempos antiguos, fueron muchas las joyas que se utilizaron como amuletos. Diferentes culturas han usado pendientes a modo de talismanes para alejar a los malos espíritus. En este sentido, una superstición china sugiere que si una persona fue amenazada de muerte o sufrió un mal de ojo, conseguirá protección si luce un pendiente en la oreja izquierda.