Detección precoz del cáncer de hígado
La detección precoz del cáncer de hígado no es sencilla. De hecho, se calcula que un 40% de las personas que desarrollan un tumor maligno en esta víscera no experimenta ningún síntoma hasta que ya está muy crecido y presenta problemas graves.
No hay en el cancer de higado sintomas iniciales claros y contundentes. Las personas pueden experimentar molestias abdominales tales como presión o la sensación de estar hinchados. También fiebre de carácter desconocido o incluso algún sangrado esofágico. Pero el problema es que la mayoría de quienes llegan a sufrir cáncer de hígado ya tenían otro tipo de problemas relacionados con este órgano.
En algunos casos, se trata de pacientes con cirrosis hepática que, con el paso del tiempo, acaban sufriendo un cáncer. O casos de hepatitis crónica. Por eso, uno de los principales síntomas de un problema en el hígado, que es la ictericia, pasa totalmente desapercibido en estos casos porque es algo que se sufre desde hace tiempo.
La ictericia se caracteriza por un color amarillento que comienza en el blanco de los ojos pero que puede llegar a verse en toda la piel. Se debe, en gran parte de los casos, a la compresión de la vena biliar. La bilis acaba, de este modo, en diferentes zonas del cuerpo donde no debería de estar y es esta sustancia la que causa la tonalidad amarilla tan característica.
Las personas que padecen problemas de hígado como los que hemos visto deben de realizarse pruebas periódicas y controles para determinar que no hay tumores. Los médicos, en función del riesgo de cada caso, serán los encargados de determinar cada cuanto tiempo tendrán que realizarse análisis de sangre o, si se considera justificado ecografías para comprobar el estado del órgano.
El cáncer de hígado es la tercera causa de muerte por cáncer en el mundo y cada año se dan unos 600.000 casos nuevos. Detectar a tiempo el tumor aumenta mucho las esperanzas de vida. Se considera que se ha detectado en un momento temprano de la enfermedad cuando este todavía no tiene dos centímetros de diámetro. Es en estos casos cuando las posibilidades de evitar la metástasis son más grandes y donde se dan más casos de recuperación total por parte del paciente.
Hace 20 años solo un 10% de los pacientes con un tumor en el hígado se salvaban. Hoy, son un 40% del total, lo que ayuda a ver cuánto se ha avanzado en este terreno.