Cuidar el esófago con buenos hábitos
El esófago es una parte muy delicada del aparato digestivo debido, principalmente, a su situación física. Está conectado con el estómago, pero las diferencias entre los dos órganos son muy importantes ya que mientras que las paredes del estómago están especialmente diseñadas para poder soportar los ácidos gástricos, esto no sucede con el esófago.
Sin embargo, a veces ocurre que por un mal funcionamiento de la válvula que conecta a ambos órganos se producen los llamados reflujos gástricos. Estos reflujos consisten en el paso de jugos gástricos del estómago al esófago, causando una irritación en las paredes del mismo. Cuando esto ocurre de forma habitual, pueden aparecer las úlceras o incluso pueden llegar a producirse problemas más graves como el adenocarcinoma esofago.
Además, el esófago es vulnerable a todo lo que comemos y entra por la boca, ya que tiene necesariamente que pasar por él antes de llegar al estómago. Esto incluye el alcohol o el tabaco. Si se juntan estos factores con las irritaciones por reflujo, es fácil imaginar el daño que se puede causar en este órgano.
Por eso es muy importante cuidar el esófago mediante la implantación de buenos hábitos que ayuden a evitar los problemas antes mencionados. Por ejemplo, evitar el alcohol o consumirlo solo de forma moderada y no fumar en absoluto son dos puntos básicos para que el esófago pueda tener buena salud.
También hay que cuidar la alimentación, evitando comidas muy grasas o pesadas que son complicadas de digerir y que pueden causar reflujos. En caso de que un problema físico favorezca que estos se produzcan hay que dormir con una cuña especial que permita que la persona esté ligeramente incorporada, evitando que los ácidos puedan circular libremente por el tubo digestivo.
Otra manera de favorecer la digestión es con la realización de ejercicio moderado que estimula el buen funcionamiento del cuerpo y evitando factores de riesgo como la obesidad. Las comidas saludables, sin grasas saturadas, son las más recomendables. Los alimentos procesados y los ultraprocesados solo deberían de tomarse de manera ocasional.
Por último, ante cualquier problema digestivo, hay que acudir al médico y evitar automedicarse, ya que hay problemas que tratados a tiempo tienen una fácil solución pero que si se dejan avanzar pueden acabar desencadenando otras dolencias mucho más complicadas, como es el caso de las úlceras o de las gastritis que pueden hacerse crónicas.